Examine sus comportamientos de rutina y encare los viejos problemas con respuestas nuevas.
Desarrollamos la mayoría de las acciones cotidianas en piloto
automático, atados a la costumbre, algo que los científicos bautizaron
“el loop de la rutina”.
El modo en que nos bañamos, agarramos la
lapicera, abrimos la puerta o reaccionamos ante situaciones habituales,
está coordinado desde los ganglios básicos del cerebro.
Son acciones que requieren mucho menos energía que las decisiones a
nivel consciente, reguladas por el sistema ubicado en la corteza
prefrontal. El cerebro organiza las tareas rutinarias automáticamente y
así destina para ellas menos energía, que reserva para situaciones que
la requieran en mayor cantidad, como el momento de resolver un
conflicto, por ejemplo.
A pesar de esta aparente automaticidad, el loop consta de tres
componentes. Saber identificarlos puede aumentar las posibilidades de
éxito cuando se desea modificar hábitos muy arraigados:
1. Disparador. Cualquier situación o sensación: tener una discusión o sentir hambre, por ejemplo.
2. Comportamiento rutinario. La acción que suele seguir al disparador: darse una comilona, por ejemplo.
3. Recompensa. Sensación de bienestar que afianza el comportamiento rutinario y ayuda a grabarlo para ser utilizado en situaciones similares en el futuro.
Para los neurocientíficos la clave está en no pretender modificar los
tres componentes en forma simultánea. Al contrario, hay que mantener
el disparador y la recompensa y focalizar la atención en el
comportamiento, en modificar la conducta repetitiva. Por ejemplo, si
habitualmente una discusión con su pareja lo lleva a atacar la heladera,
interponer conscientemente una acción alternativa como salir a caminar
o darse un baño.
En plan de reemplazar hábitos es interesante aprovechar los períodos
en que las costumbres cotidianas deben cambiar a la fuerza. Una
enfermedad transitoria, un viaje de placer, un fin de semana largo, son
instancias en las que el piloto automático se desajusta y pueden
resultar excelentes para modificar las conductas más nocivas. Incluso
situaciones estresantes como una separación o una mudanza pueden ser
ideales para plantearse cambios mayores como dejar de fumar, empezar una
dieta o iniciarse en un nuevo deporte. Para algunas personas las
iniciativas tomadas en esos momentos de turbulencia son mucho más
duraderas que aquellas que se asumen en el quehacer cotidiano.
Sin duda, una forma muy positiva de aprovechar las dificultades para
desactivar el loop de la rutina y retomar el control consciente de las
riendas de su vida. De la práctica perseverante de estas nuevas
respuestas dependerá el grado de éxito que alcance. Pero, ¡atención!,
para adoptar los nuevos hábitos que reemplacen a su comportamiento
rutinario se requiere una decisión formal y consciente de ganarle al
piloto automático.
Si está pensando en mejorar su alimentación, bajar unos kilos o dejar de fumar, recuerde que:
* poner por escrito la planificación
para cambiar un hábito obliga al cerebro a salirse del automático y le
recuerda cuál es el nuevo plan.
* las posibilidades de éxito aumentan mucho si si se visualiza lo que se quiere alcanzar: se imagina a usted mismo delgado, activo, con los pulmones libres, etc.
Fuente: Dr. Cormillot.