28.09.2011 - Y sí, con dos semanas sin control me mando mocos como éste. Un kilito arriba, que va a ser, aponerle el pecho a la situación.
Así como la vez anterior sabía que había hecho las cosas bien ahora sabía perfectamente que la había cagado y mi psicóloga me habia advertido sobre este tipo que conductas, hablamos sobre los boicots, sobre los miedos a tener un cuerpo delgado, sobre la adición misma y sobre la dura lucha que me esperaba.
Siempre me consideré una mujer con coraje así que no me hice la tonta y fuí a consulta, preparada para que "me acomodaran los patitos en fila".
Apenas entré los saludé, siempre en las consultas estaban mi cirujano Carlos y Valentina, una joven Licenciada en nutrición que me acompañó y orientó en todo el proceso pre-quirúrgico.
Antes de pesarme decidí sincerarme, les conté que esas dos semanas sin control habían sido bastante "permisivas" de mi parte y que la balanza me lo iba a demostrar.
Un kilo arriba, así de simple, ¡una prueba mas de que los milagros no existen!.
Les dije que era hija del rigor, que necesitaba control semanal, que me bandeaba fácilmente. Giordanelli tiene esa especie de "control" interno, te escucha atentamente sin emitir palabra alguna, simplemente te mira.
Cuando terminé con todo mi discurso me dice: -Natalia, tranquila, todo eso yo ya lo sé, por algo llegaste a pesar lo que pesabas, no hay que bajar la guardia, tranquila, ya lo vamos a lograr, pero tenés pensar que nadie puede adelgazar por vos, pensá que estos 10 kilos es lo único que te separan de la cirugía, nadie los puede bajar por vos, pero nosotros te vamos a ayudar.
Adoro a mi médico, por suerte no es de los abrazadores pero es contenedor "de palabra" y eso era lo que necesitaba y siempre obtuve.
Me quedé un rato con Valentina evaluando que era lo que estaba haciendo mal y reforzando lo que habia logrado hacer correctamente con la dieta.
Salí de ahí decidida y convencida de sus palabras, ellos me iban a ayudar pero era yo la que tenía que hacer la peor parte, así que lo iba a lograr, como sea!.
Así como la vez anterior sabía que había hecho las cosas bien ahora sabía perfectamente que la había cagado y mi psicóloga me habia advertido sobre este tipo que conductas, hablamos sobre los boicots, sobre los miedos a tener un cuerpo delgado, sobre la adición misma y sobre la dura lucha que me esperaba.
Siempre me consideré una mujer con coraje así que no me hice la tonta y fuí a consulta, preparada para que "me acomodaran los patitos en fila".
Apenas entré los saludé, siempre en las consultas estaban mi cirujano Carlos y Valentina, una joven Licenciada en nutrición que me acompañó y orientó en todo el proceso pre-quirúrgico.
Antes de pesarme decidí sincerarme, les conté que esas dos semanas sin control habían sido bastante "permisivas" de mi parte y que la balanza me lo iba a demostrar.
Un kilo arriba, así de simple, ¡una prueba mas de que los milagros no existen!.
Les dije que era hija del rigor, que necesitaba control semanal, que me bandeaba fácilmente. Giordanelli tiene esa especie de "control" interno, te escucha atentamente sin emitir palabra alguna, simplemente te mira.
Cuando terminé con todo mi discurso me dice: -Natalia, tranquila, todo eso yo ya lo sé, por algo llegaste a pesar lo que pesabas, no hay que bajar la guardia, tranquila, ya lo vamos a lograr, pero tenés pensar que nadie puede adelgazar por vos, pensá que estos 10 kilos es lo único que te separan de la cirugía, nadie los puede bajar por vos, pero nosotros te vamos a ayudar.
Adoro a mi médico, por suerte no es de los abrazadores pero es contenedor "de palabra" y eso era lo que necesitaba y siempre obtuve.
Me quedé un rato con Valentina evaluando que era lo que estaba haciendo mal y reforzando lo que habia logrado hacer correctamente con la dieta.
Salí de ahí decidida y convencida de sus palabras, ellos me iban a ayudar pero era yo la que tenía que hacer la peor parte, así que lo iba a lograr, como sea!.